La Mansión construida por fantasmas: La Maldición de la Casa Winchester

Una monstruosa mansión de 24, 000 m2 diseñada por los miles de espectros de personas asesinadas a manos de un rifle Winchester. Apariciones constantes que atormentan a los huéspedes y posesiones de los más débiles para llevar a cabo los deseos de venganza de las almas que jamás encontrarán su descanso. Sirvan el whisky, La Maldición de la Casa Winchester está aquí.

El filme nos ofrece una historia que intenta hallar lo tenebroso en la obsesiva construcción de Sarah Whinchester. Eric Price, un decadente psiquiatra que, fuera de todo cliché, vive en una eterna depresión (sarcasmo) es contactado por los abogados de la compañía Winchester, que intentan despojar a Sarah de su parte en el negocio bajo el pretexto de no ser mentalmente saludable.

Y así comenzamos, la mansión le da la bienvenida a nuestro loquero con la impresión de estar frente a un monumento al delirio de la señora Winchester, pero al pasar del tiempo y con la duda de si todo es real o es producto de su adicción a las drogas, Eric debe aceptar que hay algo de verdad maldito en aquella mansión, un demonio tan poderoso capaz de provocar un terremoto tan agresivo como para poner de cabeza a una ciudad entera.

La Maldición de la Casa Winchester es un filme con una fotografía tan oscura que recuerda a la de Insidious, una de mis sagas favoritas; pasillos lúgubres, habitaciones grises y jumpscares cada 2 minutos. Lo terrible de este filme, irónicamente el mismo error de Insidious 1, fue mostrar a los fantasmas al final, pues pierden gran fuerza por no ser tan monstruosos como nos imaginábamos.

Aún así, y con el pésimo doblaje al español (y no soy de los que odian todo el doblaje) y con conexiones terribles en la historia, es una película digna que merece un buen bourbon para acompañar.