1er. Aniversario de Vicleros Estado de México

El olor a gasolina se hacía presente en el Monumento a la Revolución, un punto de reunión muy frecuente para iniciar una rodada en la Ciudad de México. Bajo el duro sol del sábado 14 de mayo esperaban ya varias motos de distintos estilos, pero sin duda las protagonistas en esta ocasión eran las chicanas, así debía ser en el 1er Aniversario de Vicleros Estado de México.

La idea era sencilla, al rededor de las 15:00 h el contingente avanzaría por Paseo de la Reforma y a la altura del Ángel de la Independencia tomaría dirección hacia Av. Ejército Nacional para salir a Periférico Norte hasta llegar a Cuautitlán Izcalli.

Fue en un semáforo a la altura de Campo Marte cuando «El Oso», miembro de Old Sick, le pregunta a uno de sus compañeros «para qué sirve este botón» al tiempo que presiona el cortacorriente, la moto se apaga y no vuelve a arrancar. Tenemos luz verde, un par de motos escoltamos la Honda de Hernán (dueño de la moto averiada) a la lateral y solo yo y mi compañera nos quedamos a hacerle compañía.

Después de un tiempo revisando fusibles, batería y todo lo que podía fallar, vuelve «El Oso» y «El Solitario» para apoyar (los tres eran miembros del mismo moto club) y así, sin saber qué fue lo que sucedió, de la nada, la moto encendió de nuevo. Hernán no quiso arriesgar y bajo el consejo de sus compañeros decide regresar a su casa. «El Oso» también abandona el plan, pero éste por temas de salud.

Ya eran más de las 16:00 h cuando retomamos el camino a Cuautitlán Izcalli, del contingente inicial solo quedaba la Chicana de «El Solitario» y mi vieja Sportster. Así llegamos al punto de reunión.

Nada más entrar al lugar se podían ver decenas de motos, en un gran lote de piso terroso, choppers, bobbers, chicanas…a la izquierda del improvisado estacionamiento estaba la entrada al jardín donde se celebraría el aniversario.

Ya dentro podías ver una corta hilera de algunas motos de exhibición, entre ellas «La Papichola», a la derecha había un gran jardín rodeado de puestos de micheladas, whisky, tequila y comida, al fondo un escenario en el que más noche tocaría una banda. Ahí todos los motociclistas bebían, comían y celebraban a los Vicleros Estado de México.

Algunos sentados cómodamente en el pasto, otros de pie, otros caminan con cerveza en mano entre la multitud en busca de nuevos rostros…ZZ Top suena de fondo ambientando el desmadre de los asistentes.

Con el aroma a cerveza y el olor de los chalecos de piel calientes por el rayo del sol inundando el lugar, avanza la tarde y te puedes dar cuenta que los bikers son unos auténticos locos: carcajadas a tope, pláticas sobre rutas, anécdotas y nuevas modificaciones para sus viclas, todos unidos por una misma pasión y es ahí donde comprendes porqué no podrías vivir sin montar una motocicleta. Más allá del amor por la carretera y las ruedas…

¡Esto es pinche vida!


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