Carnita Asada y Motos Custom en Inferno Garage

«Tendremos carnita asada en Inferno Garage, hoy, a partir de las 05:00 pm. Por si gustas caerle», con este mensaje de Butcher García supe lo que haría la tarde del viernes 28 de enero del 2023: motos custom, una parrilla con carbón inundando de humo el taller de «El Cara», carne asada, tortillas grasientas para matar el hambre, cerveza y rock clásico ambientando la plática de un grupo de entusiastas del motociclismo ¿qué más podía pedir?.

Desde que recibí la invitación estaba impaciente esperando mi hora de salida del trabajo, contaba los minutos para, como dijo alguna vez un compa, convertirme en hooligan de fin de semana. En cuanto llegó la hora, tomé mi cámara, baterías, tarjetas sd y todo el equipo que siempre llevo conmigo, y como todos los viernes (o todos los días), el tráfico en la Ciudad de México era un desmadre, Periférico Norte a vuelta de rueda.

Después de un largo camino filtrando y esquivando autos, llegué al lugar y justo como lo esperaba, había un pequeño comité de motos custom en la entrada de Inferno Garage. Estacioné a La Gringa (mi Sportster 2001) y bajé. Afuera se escuchaba Sweet Home Alabama, de Lynyrd Skynyrd, rolita que convertía el momento en una típica (y épica) escena de película gringa. A las puertas del lugar estaba la parrilla y el parrillero en turno.

Era la primera vez que jalaba a una reunión del círculo de Butcher García, así que pensé que todos los rostros serían nuevos para mí. Sin embargo, luego de saludar al Oso Ugalde, El Solitario y un par más de miembros de Old Sick MC, recordé lo pequeño que es el mundo del motociclismo y aún más, de aquellos pertenecientes a la kustom kulture.

Se formó un círculo de sillas para charlar más a gusto, entre varias motos que pasaban la noche en el taller de «El Cara», herramientas, piezas y fierros que junto a la luz parpadeante de las lámparas que iluminaban el lugar y el humo acumulado del carbón quemándose, daban un aspecto de mala muerte que probablemente incomodaría a cualquiera: puro biker malencarado, con tatuajes en brazos, cuello y rostro, con gorras que casi cubren los ojos cual forajidos y ropa obscura.

Probablemente, cualquiera que no conozca este estilo de motociclismo pensaría que las pláticas se fueron entre historias delictivas o de destrozos, pero no. Charlé con el creador de Carne & Motor, quien me contaba que esta creciente marca de ropa nació de un proyecto de universidad y que poco a poco se convirtió en su empresa. Me contó sobre sus inicios en el motociclismo, montando una Honda Cargo 150Cc en la que él y su pareja hicieron sus primeros viajes.

También se contaron historias sobre los largos viajes que algunos habían hecho a Centroamérica, una anécdota sobre una avería en aquella región en la que un grupo de motociclistas canadienses prestaron ayuda y sobre las condiciones que se vivían por la inseguridad en El Salvador en la que, por indicaciones de autoridades, no podían cruzar la frontera más de dos motocicletas a la vez (al menos en aquél entonces).

Conversamos sobre El Diablo Run 2023, preguntamos sobre las experiencias, las rutas y las consideraciones que deberíamos tener en el viaje en el que varios de los que asistiremos este año, seremos novatos. «Los ferries ya están a mitad de precio…», «no hay gasolineras en La Baja…», «es más pesado hacer La Baja que subir por Sonora…», son algunos de los comentarios que podrían servir a más de uno.

Como en cada ocasión, se habló sobre cómo era rodar en Estados Unidos de América respecto al tema de los MC, en el que la moraleja fue «si vas, es mejor que sea sin colores». De allí y en un giro inesperado, saltamos a hablar sobre la Tumba del Soldado Desconocido y la cultura bélica de los estadounidenses.

Ya más entrada la noche se contaron historias de aquellos que en accidentes han perdido alguna capacidad física pero que ganan fuerza en espíritu. Motociclistas que sin alguna extremidad lo último que piensan es en dejar las dos ruedas en el garaje y enterrarlas en el olvido.

«Conocí a una pareja ya grande. El señor traía una moto con un sidecar completamente sellado en el que traía a su esposa y platicando con él me contó que ella sufría de convulsiones…» y el sidecar les permitía seguir rodando con seguridad para ambos.

Pero con estas historias que demuestran la persistencia por nunca soltar la pasión por el motociclismo, «El Cara» cuenta una en la que cuestiona hasta dónde es sano nunca desistir. Un cercano (o conocido) a él pierde la pierna en un accidente de moto, pero no desiste, la modifica para seguir montando y tiempo después, su esposa se compra una motocicleta para acompañarlo en sus rodadas.

«Iba una camioneta atrás de la señora con sus hijos y familia, escoltándola. Enfrente iba un trailer y ella intenta rebasar por la derecha. No sé si un carro que estaba estacionado abrió la puerta o si la aventó, algo así supimos…y la avienta a las llantas del trailer. Todos sus hijos y su esposo la vieron…y él…después de todo eso no se baja de la moto. Entonces ¿hasta dónde es bueno no soltar? Como en este caso ¿qué más quieres? si el universo ya te está diciendo, -no, cabrón-«

En el camino siempre escuchamos historias de este tipo, sobre compas que se suben a su moto para no volver, es nuestro pan de cada día, pero es más grande nuestra pasión por los fierros que el miedo de no volver.

La noche se oscurece aún más, es tiempo de partir y como en todas las reuniones de motociclistas, lo hacemos con un apretón de manos, un firme abrazo y buenos deseos para las próximas rutas.


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