Del tianguis cultural a Spotify: La evolución del descubrimiento musical

Olvidé cómo se hacía

¿Recuerdas cuál fue la última banda que descubriste por tu cuenta? ¿la buscaste en la web? ¿te la recomendó un amigo? ¿puedes recordarlo? Hace poco me puse a pensar en esto y me di cuenta que hace mucho tiempo que no descubro nueva música por mi cuenta y no me refiero a alguna nueva recomendación de Spotify, sino a que literalmente dejé de buscar en sitios web, compartir bandas con algún amigo…es como si hubiera perdido la capacidad de buscar nueva música por mi cuenta.

Así era para los millennials (y generaciones anteriores)

Recuerdo que ese primer álbum de metal que me regaló mi hermana, The Number of The Beast de Iron Maiden. Tenía unos 6 u 8 años y fue el principio de mi gusto por el «rock pesado», que no recuerdo de dónde saqué el nombre para lo que estaba escuchando, pero así lo llamé por un largo tiempo.

Toda mi infancia intenté buscar cosas similares a Run to the hills o Hallowed be thy name, pero nunca tuve mucha suerte. Fue hasta que entré al siempre glorioso Colegio de Ciencias y Humanidades plantel Oriente, mejor conocido por sus siglas como CCH Oriente, que encontré a un puñado de personas con el mismo gusto musical y con ello, un tanto más de bandas nuevas por escuchar.

La dinámica era simple: hablabas de tu banda favorita y con suerte, el receptor mencionaba una que fuera distinta a la tuya.

-¿Que si conozco Iron Maiden? Claro, pero soy más de Black Sabbath ¿Los has escuchado?

Poco a poco mi repertorio iba enriqueciéndose y a la vez, ayudabas a otros a que pasara lo mismo con el suyo. Pero el pequeño universo escolar siempre se quedaba corto a mediano plazo y entonces era cuando recurrías a otras fuentes de conocimiento que para el caso de quienes escuchamos rock, punk y todas sus variantes, era obligatorio acudir tarde o temprano al Chopo.

El Chopo es un tianguis cultural en la Ciudad de México que, al momento de redactar esta entrada, cuenta con 44 años de actividad. Originalmente se trataba de un espacio para intercambiar música, ropa, libros y otros artículos de subculturas urbanas; hoy en día, es un lugar donde se puede adquirir todo lo relacionado con diversas contraculturas y, en 2023, fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México.

Si querías conocer nuevas bandas, este era el lugar. Por allá del 2006 (cuando fui por primera vez) predominaban los puestos de discos, así que debías recorrer el tianguis hasta encontrar un gurú que te diera buena espina, alguien dispuesto a recomendarte algunas bandas y compartir su conocimiento, así funcionaba el «algoritmo» cuando no existía Spotify ni Apple Music.

Tenías que acercarte y con suerte, caerle bien al dueño para que te instruyera:

-Estoy buscando punk, algo como Ramones.

-¿Ya escuchaste Misfits? Es horror punk.

Así iniciaba una larga tertulia musical, había que ser muy cuidadoso en lo que te llevabas porque no había cambios y el presupuesto de esos años era muy limitado, pero generalmente volvías a casa con una buena selección.

Ahí conocí muchas bandas, desde Misfits, Sex Pistols, Deep Purple, hasta Mortician, Immortal, Necrophagist, Vader y un sinfín más.

¿Cómo se descubren las bandas hoy en día?

El momento de elegir esa nueva banda era mágico, te enganchabas desde la explicación del vendedor, veías la portada del disco para terminar de convencerte y pedías que lo probara para escuchar un poco. Si te gustaba, lo llevabas a casa, algo ansioso por poder escucharlo completo. Una vez en tu cuarto, lo metías al reproductor y lo escuchabas de principio a fin una y otra vez hasta aprenderte las letras por completo.

Hoy en día la dinámica es muy diferente, es más fácil, para bien y para mal. Para bien porque es más sencillo escuchar ese EP de la banda de Siberia que conociste por un Tik Tok con solo teclear el nombre en el buscador, pero por otro lado, al menos las nuevas generaciones, no podrán conocer la experiencia de buscar tu propia música, de escuchar recomendaciones de desconocidos con tus mismos gustos musicales o esa sensación de triunfo al encontrar ese álbum que te fue tan difícil de hallar.

El algoritmo ayuda, pero también maleduca

Hasta hace un par de meses me di cuenta que hace mucho dejé de buscar mi propia música incluso en Spotify. Era casi religioso el solo poner las recomendaciones y listo, no salir de allí. Intenté buscar en blogs, pero me di cuenta que ya no existen tantos como solía haber y las pocas entradas dedicadas al tema, recomendaban a los clásicos en un copy paste interminable.

Tuve que «aprender a buscar», a buscar en las plataformas de streaming en la sección de artistas relacionados y en playlist creadas por otros usuarios, pero no es lo mismo, falta esa conexión humana y vaya, que no hablo estrictamente de hablar con alguien para que te recomiende una nueva banda.

¡Busca tu propia música!


Todo esto me ha llevado a pensar, que en la era del algoritmo y la inteligencia artificial, buscar música por cuenta propia se ha convertido en una forma de resistencia. En un mundo donde las plataformas eligen por nosotros, decidir tomar las riendas y explorar es una acción que va más allá de solo encontrar una banda nueva: es un acto de curiosidad y autonomía.

En una época en la que vivimos cada vez más deprisa y con cada vez menos tiempo, explorar sitios como este o cuentas en redes sociales y conectar con otros que comparten tus mismos intereses nos permite reconstruir ese espacio de conexiones humanas en el descubrimiento musical, un espacio que, aunque se reinventa en la era digital, sigue siendo esencial para quienes amamos la música.

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Comentarios

Una respuesta a “Del tianguis cultural a Spotify: La evolución del descubrimiento musical”

  1. […] un par de meses escribía una entrada donde trataba de describir el buscar tu propia música y no dejárselo al algoritmo como un acto de rebeldía. En ese momento, reflexionando sobre mi […]

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Replica a Contra el algoritmo: cómo cambié mi forma de escuchar música – Carlo Jurado Cancelar la respuesta